¡Él ocupó nuestro lugar!

Arte y Diseño para Cristo

Jesucristo padeció por ti y por mí. Jesucristo sufrió el escarnio público y las acusaciones más injustas sin tener ninguna culpa porque su amor le llevó a ocupar el lugar que no le correspondía, el nuestro.

Tú y yo debíamos ser los acusados y culpables, no él. Él no merecía los insultos, maltratos y vejaciones por haber sido intachable y bueno. Él no merecía ser burlado y golpeado. No merecía ser escupido y humillado siendo inocente y justo. Ningún mal encontró Pilato en él para condenarle sin embargo el pueblo exigió y pidió su crucifixión.

Y Pilato dijo a los principales sacerdotes, y a la gente: Ningún delito hallo en este hombre. (Lucas 23:4)

Si, aunque parezca increíble, fuimos “nosotros”. Los hombres, representados por el pueblo los que pedimos crucificar a nuestro salvador. Pero tenía que ser así para que se cumpliese la palabra del profeta Isaías, que dice así:

“El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos.” (Isaías 9:2)

Entonces Jesucristo marcó la historia de la humanidad y la vida de los hombres fue diferente después de Cristo. Hubo para el mundo una segunda oportunidad en la sangre del hijo de Dios y desaparecieron las tinieblas y la oscuridad. Ahora había luz y restauración para los hombres que crean en él.

Ahora que sabes que un hombre sin igual ocupó tu lugar y te libró de pagar el precio de la culpa, ¿tienes dudas del amor con qué te ha amado el Señor? No hay excusas para dudar de la misericordia que ha tenido Dios con los hombres. Tú y yo hemos sido librados, perdonados, sanados y justificados por Jesús delante del gran juez, Jehová de los ejércitos. Por su amor y gracia ya no somos contados como pecadores o impuros. Por su sangre fuimos lavados, perdonados y considerados justos. Pero ¿es posible? Si, porque así lo quiso Dios.

Porque también Cristo padeció una vez por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu.

(1 de Pedro 3:18)

Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira. (Romanos5:9)

Celebremos que hemos sido justificados en la sangre de Jesús y demos gracias a Dios por su amor, perdón y reconciliación.

Trabajando y sirviendo al mejor de los jefes,

Laura Sánchez.

Como él, ninguno.

Arte y Diseño para CristoEste verso del libro del pentateuco, concretamente el libro de Deutoronomio, es una hermosa alabanza a nuestro Dios, porque describe en tres cortas líneas su grandeza y poder. Cuando Moisés escribió el libro, llamó al Señor, Dios de Jesurún, que en hebreo significa (heb. Yeshûrûn «el recto [justo]»). Y es la forma que elige para exaltar el amor y misericordia de Jehová, después de salvar y sostener al pueblo de Israel en tiempos de persecución y exilio.

¿Qué te hace honrar a Dios el día de hoy y declarar, como Moisés, que no hay otro como él?

Nuestro Dios cabalga por los cielos en defensa y favor nuestro. ¿Qué nos puede faltar? ¿Qué más podemos querer y pedir?

El Santo de Israel, justo y recto Dios es nuestro refugio y amparo. Nuestro escudo y fortaleza. ¿Qué temer?

El post de hoy es nuestra alabanza a un Dios maravilloso, que nos ha amado desde siempre, que nos ha perdonado y redimido sin merecerlo.

Es una alabanza al poder y gloria de nuestro Dios que se goza en hacernos bien y quiere lo mejor para sus hijos en su tiempo.

Esta publicación es una confirmación de la admiración y amor por un Dios justo que ampara al necesitado, perseguido y oprimido, que abastece al hambriento y da agua de vida al que muere de sed. Esta postal es mi ofrenda el día de hoy para un Dios poderoso, manso y humilde. Para un Rey omnipotente que es cercano y bondadoso. Un Dios que todo lo ve y escucha y hará justicia en el mundo. Un Dios que paga con creces la obediencia y el temor de su nombre.

Qué ésta sea nuestra alabanza cada día. Recordar cada una de sus bondades y misericordias. Recordar de que nos libró el protector y justo Señor. ¿Te unes a mi alabanza? Que llegue la alabanza de nuestro corazón al cielo y sea grata al Dios de Jesurún. Amén.

Trabajando y sirviendo al mejor de los jefes,

Laura Sánchez.

Él pastor apacentará con justicia su rebaño

Arte y Diseño para Cristo

Los pastores recorren junto a sus ovejas largas distancias hasta llevarlas a pastar y descansar pero siempre velando por su cuidado y guiando su camino. Este es el mejor ejemplo para entender nuestro paso por la vida guiados por nuestro pastor, el Señor.

En el rebaño hay ovejas que se apartan del redil y se pierden, hay otras que sólo comen y se abastecen de forma egoísta olvidándose de las demás, hay otras que resbalan y se lastiman pero Dios, como pastor y jefe del rebaño, conoce los riesgos a los que están expuestas sus ovejas, por eso él promete que las cuidará, apacentará y juzgará con justicia.

Leamos juntos, Ezequiel 34:15-16. En estos versos, los verbos a los que hace referencia la palabra de Señor están enfocados a su pueblo, al que llama rebaño y son verbos que reflejan el amor y misericordia de Dios.

Y vemos el verbo “BUSCAR” porque él buscará a la oveja perdida.

También encontramos el verbo “VOLVER” porque él hará VOLVER a la oveja descarriada.

Se menciona también el verbo “SANAR” porque él sanará a la oveja perniquebrada.

Otro verbo que podemos leer en esta porción es el verbo “FORTALECER” porque él fortalecerá a la oveja débil. Pero finalizando aparece un último verbo “DESTRUIR” porque en su justicia él destruirá a la oveja engordada y fuerte.

El capítulo 34 de Ezequiel habla de la profecía contra los pastores de Israel y es un llamado para los pastores y líderes de Iglesia. Es un llamado a pastorear para los demás, no para sí mismos. Dios dice que él mismo vendrá por las ovejas que no son pastoreadas y las reconocerá porque suyas son.

Así que hoy es el tiempo de orar por ellos, por los pastores y su exigente tarea delante de Dios. Ellos deben ser testimonio de renuncia, de esfuerzo y entrega, testimonio de amor y mansedumbre.

Dios demandará de ellos el destino y cuidado de su rebaño. ¿Dónde están mis ovejas? Preguntará!

Oremos por los pastores de nuestras iglesias y pongamos sus vidas y discernimiento en manos del Señor para que él los guíe y dirija cada día, para que haga de ellos, hombres de bien, varones de Dios que edifiquen sus ministerios y reflejen el amor del Señor a la Iglesia. Oremos para que tengna un espíritu noble y dispuesto al servicio. Que Dios les anime cada día a ser valientes y persistentes en los propósitos a los que los ha llamado.

Oremos por la fortaleza necesaria para vencer los constantes ataques del enemigo. Oremos por sus familias y por el establecimiento de la Iglesia como institución de adoración del cuerpo de Dios.

Y como planteamiento para el día de hoy, revisa: ¿qué oveja eres en el rebaño? ¿Sigues en el redil? ¿Tendrá que buscarte el Señor y hacerte volver? ¿O caíste? No olvides que él es pastor de pastores y señor de señores, él nos buscará si nos perdemos, él nos sanará si nos lastimamos, él nos fortalecerá si estamos débiles y él también dice que destruirá a la oveja fuerte y engordada que en egoísmo se abasteció a si misma y no ayudó a los demás.

Dios nos guarde del egoísmo a nosotros y los pastores. Dios nos ayudé a permanecer en amor y misericordia para compartir y ayudar a lo demás. Dios sea nuestro pastor y guía para reconocer nuestros errores y caminar correctamente junto al redil sin apartarnos del rebaño.

Trabajando y sirviendo al mejor de los jefes,

Laura Sánchez.

¿Alguien más grande que él?

Arte y Diseño para Cristo

Hoy, después de 28 meses trabajando para el mejor de los jefes, diseño con gratitud y amor la postal 900 y se alegra mi corazón porque hemos sido edificados por su palabra todo este tiempo. Cada día hemos visto su poder y su gloria porque no hay otro como él.

Hoy, nuestro grande y poderoso Dios, Jehová de los ejércitos es digno de ser alabado y exaltado porque ha extendido su brazo cada día para soportarnos, sustentarnos, defendernos, ayudarnos, bendecirnos y restaurar nuestro camino. No tengo palabras para decirle cuánto le amo y cuán agradecida estoy de su inmensa bondad y misericordia.

Respondamos juntos estas preguntas y demos gracias a Dios. Yo me animé y empecé para dejar mi testimonio y animarte a decir conmigo a viva voz: “Cuán grande es Dios”

¿Recuerdas de dónde te sacó Jehová?

-A mí me sacó de un estado de nerviosismo y temor permanente. De una mentira del enemigo que creí por años y que había hecho fortalezas en mi mente.

¿Recuerdas cómo fuiste y dónde estabas? ¿Y cómo eres hoy?

-Fuí una persona celosa, egoísta y con baja autoestima. Hoy soy libre y me amo porque Dios me ha hecho a su imagen y semejanza. Hoy sé quién soy y cuál es el propósito de Dios para mi vida.

¿Recuerdas de qué te salvó y sanó el Señor?

-Me salvó de las mentiras del enemigo, abrió mis ojos y me ha sanado física y espiritualmente, para siempre. Me han diagnosticado una enfermedad auto inmune sin cura, pero él ya me sanó en la cruz, lo creo y lo declaro cada día y hoy me permite gozar de un perfecto estado de salud.

¿Recuerdas que su fidelidad te sostuvo y te sigue sosteniendo?

-He visto su fidelidad cada día en mí vida y en mi entorno familiar. He constatado con mis ojos, que lo que él ha dicho lo cumple y sus promesas son verdad.

¿Recuerdas quién te proveyó cuando no había nada?

-Dios nos dio a mi esposo y a mí lo que no teníamos cuando no había nada y nuestra cuenta estaba en números rojos.

¿Recuerdas que mano estuvo ahí cuando todos salieron corriendo?

-La mano del Señor fue mi consuelo y soporte cuando mis amigos me dieron la espalda por acercarme a él y declarar su amor. Hoy lo recuerdo con gozo y como parte de mi testimonio.

¿Recuerdas quién te consoló y abrazó a pesar de tu rebeldía?

-El Señor me consoló a pesar de que mi mente pensó lo incorrecto, mis pies pisaron donde no debían y mi boca dijo lo que no era sabio. Él no me señaló, él me abrazó y perdonó.

¿Recuerdas quién contestó tus oraciones y obró un milagro en tu vida?

-He perdido la cuenta de cuántas oraciones ha respondido el Señor. Y milagros he visto muchos, el primero y que más presente tengo es conseguir ayudar a toda mi familia al mismo tiempo para que salieran de una situación difícil sin saber cómo lo haría, sólo confiando en él.

¿Recuerdas que el regalo más grande que te ha dado no tiene precio y pensó en ti sin que tú le conocieras porque te ama?

– Me han regalado cosas de valor, costosas y preciosas, pero el regalo más bello es la paz y salvación que recibí de mi Dios en su hijo Jesucristo. Y he comprendido que de nada sirve tener las cosas más bellas del mundo sino hay paz en el corazón.

¿Recuerdas que él vistió un planeta de hermosura para que lo disfrutaras?

-Hoy, valoro cada cosa que ven mis ojos. Me detengo a ver la perfección de la naturaleza y me invade la gratitud. Ver como llueve, como sale el sol, como crece una planta, como florece, como vuelan las aves, como se levantan las montañas y corren las aguas por los ríos. Disfruto mucho ver el firmamento en la noche y contar las estrellas que me recuerdan que Dios ni siquiera nos dejó a oscuras en la noche porque nos dio un lucero inmenso que ilumina nuestra tierra, nuestro andar.

¿Recuerdas que te concedió una familia, una pareja y unos hijos para bendecirte y pulir tu carácter?

– Cuando me detengo a observar los ojos de mi esposo y el milagro de poder verlo, doy gracias a Dios. Cuando puedo hablar con mis padres y mi hermano, otra vez exalto el nombre del Señor porque su bondad se ha extendido a toda mi familia. Les amo porque sé que Dios pule mi carácter a través de mi convivencia con ellos. Les bendigo y oro por ellos para que también sean hallados en gracia delante de Dios.

Recuerda como yo todas las cosas que hacen grande a Dios y seamos gratos con nuestro Padre Eterno. Seamos hijos agradecidos y reconozcamos que su amor y misericordia nos han salvado y hoy nos tienen donde estamos; libres de condena, aceptos a pesar de nuestros errores, salvos, vencedores y victoriosos en su hijo.

¿Hay algo más qué decir?

¡Gracias, Gracias, Gracias por siempre Señor!!

¡Cuán grande eres Dios!

Trabajando y sirviendo al mejor de los jefes,

Laura Sánchez.

Es tiempo de caminar erguidos

Ha llegado el momento de prestar atención y dejar de ver la Biblia y las profecías como un mito. No son una fábula ni una historia metafórica sin más. Dios quiere que entendamos y adoptemos con sabiduría la comprensión de su palabra. Es su voz hablándonos y desvelándonos secretos que otros no conocen porque no quieren acercarse a él, pero para ti y para mí, es de gran responsabilidad y un reto diario, aprender y reflexionar en la palabra del Señor.

Me preocupa ver como la humanidad se desorienta y desvela creyendo historias inventadas y fábulas que no enriquecen el espíritu sino que atemorizan el alma. Desde hace 15 años, en 2000, con el cambio del milenio y tanta recreación en relación a los tiempos finales hemos empezado a ser testigos, cada año, de películas taquilleras de Hollywood que nos describen como será el fin, pero las cosas siguen y no ha venido un tsunami gigante, ni fuego del cielo, tampoco una tormenta de hielo, ni mucho menos los extraterrestres.

Seguimos buscando respuestas a algo que ya se nos ha dicho pero que desconocemos porque no escuchamos ni queremos abrir nuestros ojos. Dios mismo nos dijo como sería, pero nos advirtió que el tiempo sólo lo sabía él. Ni siquiera Jesús supo indicar el tiempo a los apóstoles cuando le preguntaron en que momento volvería. Jesucristo dijo, de la hora y el tiempo, sólo sabe mi Padre.

Marcos 13:32

Pero de aquel día y de la hora nadie sabe, ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre.

Hay muchos encantadores, agoreros y supuestos profetas, que van desvelando profecías y algunas han tenido relevancia por su cumplimiento. Por ejemplo Nostradamus, un médico y astrólogo francés de descendencia judía, vaticinó innumerables profecías que con el tiempo se han cumplido y la gente por eso las cree. Pero ¿por qué creer a un astrólogo y no a Dios?

Jesucristo dijo que él no sabía el momento pero si nos dijo que cosas servirían de señal para entender los tiempos, y creo que no se necesita de mucho conocimiento, para ver que los tiempos que nos han tocado vivir, se asemejan en gran manera a los tiempos que describió el Señor antes de su muerte. Y entonces sólo basta encender la tele, la radio o leer la prensa, para confirmar que lo que vivimos es tan real como las palabras de Jesús.

Habrá pestilencia, hambre, rumores de guerras, grandes terremotos, guerras, terror, sedición, persecución y se levantará nación contra nación y reino contra reino. (Lucas 21:9-12)

Y entonces estos sucesos describen nuestros tiempos. Y no me animo a escribir esta reflexión el día de hoy para que tengamos miedo, sino para que estemos preparados porque parece que el tiempo está cerca, y él nos advirtió que estuviésemos atentos, vigilantes y listos, porque cuando la higuera florece, el verano está cerca.

Mateo 24:32

De la higuera aprended la parábola: Cuando ya su rama está tierna, y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca.

Animemonos y estemos tranquilos, porque con nosotros está el Señor y no será removido un sólo cabello de nuestra cabeza (Lucas 21:18). Levantémonos y caminemos erguidos, confiados y seguros porque tendrá que ocurrir, lo que él dijo, antes de su regreso.

No habrá temor en nuestro corazón, porque sabemos en quien hemos confiado y nuestra esperanza está en él, y sabemos que la redención que nos ha prometido por la eternidad está cerca. Esperemos con alegría el tiempo alabar y dar gloria por la eternidad al Rey de Reyes. Mientras tanto, oremos sin cesar, velemos y obremos con justicia y misericordia para ser testimonio suyo cada día.

Trabajando y sirviendo al mejor de los jefes,

Laura Sánchez.

¡Creyendo en un Dios poderoso!

Esta semana está siendo difícil para mí porque tengo varios exámenes académicos. Estoy terminando un grado superior de Producción Audiovisual y en la fase final del semestre y a punto de graduarme las materias exigen mucho y el panorama se pone especialmente estresantes pero mi fuerza es Dios y es quien me anima a seguir y a no tirar la toalla.

Tengo asignaturas en las que tengo más habilidad que en otras y especialmente hay una en concreto que no la llevo muy bien y he suspendido la primer evaluación con un 4, con lo cual tendré que presentarme a la recuperación. Pero al entregarme el examen, mi profesora dijo que mi nivel es tan bajo que sólo podría ocurrir un milagro para que apruebe. Y añadió, muchos lo han intentado y no lo han conseguido, no creo que tu puedas hacerlo. ¿Cómo? Me pregunté en silencio. Sus palabras me hicieron sentir frágil e impotente, pero recordé que mi Dios es poderoso y es hacedor de milagros y de imposibles, con lo que respondí: No me subestimes ni te preocupes, tengo fe y creo en Dios! Ella sólo sonrío.

Esta situación me hizo recordar la plegaria de Elías pidiendo a Dios se manifestara al pueblo que adoraba a Baal (1 Reyes 18:20-40). Dios es uno sólo, poderoso y temible. Grande en majestad y soberano dios y sobre él ningún otro. En el capítulo que mencionaba antes en el verso 21 podemos leer: “ Si Jehová es Dios, seguidle” Y ante esta situación que enfrento, me revisto de valor y de la fuerza que sólo puede darme él para salir vencedora.

Sigo al Señor y sé que en mi debilidad veré su gloria y lo demás también. En oración declaro que podré enfrentar esta prueba académica y mi profesora se sorprenderá de mi logro porque Dios es mi soporte, fortaleza y si él está conmigo, ¿quién puede estar contra mí? Él me dará la sabiduría para hacerlo mejor que bien.

No sé si lo que enfrentas hoy se asemeja a la situación que describo o quizás se trate de una cuestión de salud, del área laboral o familiar. Sólo puedo decirte que si confías, él hará, él no te dejará y se manifestará a tu vida como lo hizo cuando Elías clamó y respondió su oración; entonces no sólo el profeta vio su gloria, sino todos los que allí estaban.

Sé que él me responderá y me dará la ¡victoria!

¿Qué tienes que declarar hoy? ¿Quién ha subestimado tu capacidad?

¿Quién ha creído que es imposible? Es posible porque no lo harás tú, lo hará Dios en ti.

Él te dará el poder para lograrlo. Él te capacitará para conseguir lo que te has propuesto o lo que te parece imposible de lograr, sólo confía.

Trabajando y sirviendo al mejor de los jefes,

Laura Sánchez.

Dios, el mejor consuelo de nuestro corazón

He aquí Dios es salvación mía; me aseguraré y no temeré; porque mi fortaleza y mi canción es JAH Jehová, quien ha sido salvación para mí.

Sacaréis con gozo aguas de las fuentes de la salvación.

 Y diréis en aquel día: Cantad a Jehová, aclamad su nombre, haced célebres en los pueblos sus obras, recordad que su nombre es engrandecido.

Cantad salmos a Jehová, porque ha hecho cosas magníficas; sea sabido esto por toda la tierra.

Regocíjate y canta, oh moradora de Sion; porque grande es en medio de ti el Santo de Israel.

(Isaías 12:2-6)

Como un padre se compadece de sus hijos, se compadece Jehová de los que le temen (Salmos 103:13). Así como nuestros padres han perdonado una y otra vez las travesuras que hicimos de niños, así es Dios, él nos perdona y olvida nuestro error porque nos ama. Nos consuela en medio del dolor y aparta de nosotros su indignación y enojo, porque así como un padre se enfada con un hijo cuando éste le desobedece, así se enfada el Señor cuando nosotros, desobedecemos y no hacemos su voluntad. Dios no es un dios gruñón ni malhumorado. Él es un rey de oportunidades y misericordias. Un rey que extiende su bondad por amor y gracia.

Y un día, puede ser hoy, tú y yo diremos que maravillosas y grandes son sus obras. Diremos que su obra y plan de redención para los hombres son magníficos y superan nuestra razón. Que él es nuestra esperanza y por él nuestra alma canta y se alegra en sus promesas que son verdad y hechos.

Canta, alaba, clama, da gracias al Santo de Israel que se ha manifestado a tu vida de forma maravillosa.

Piensa un momento en qué momentos has visto la intervención del Señor en tu vida.

¿Te has sentido triste y desanimado?

¿Has perdido la esperanza?

¿No encuentras salida?

Cualquier cosa que tengas que enfrentar en estos momentos será ínfima si confías en el poder de Dios y pones en sus manos tu situación. Suelta lo que no puedes cambiar, deja que sea él quien te ayude y lo haga por ti, porque es él quien tiene el poder de hacer posible lo imposible. Deja que su consuelo calme tu corazón, pide al Señor que ponga nuevos y buenos pensamientos en tu mente y que toda tristeza sea pasado en tu vida porque en él está tu esperanza y confianza. Pero no lo leas simplemente, dilo!

 Di en voz alta que tu confianza es Dios y que su consuelo calmará la angustia de tu corazón y por fe será hecho. Recibe sanidad en tu alma en el ¡nombre de Jesús!

Trabajando y sirviendo al mejor de los jefes,

Laura Sánchez.

Lo mejor de lo mejor para Dios.

Cuando hacemos un regalo nos esmeramos en escoger y elegir lo mejor para honrar y halagar a la persona con nuestro detalle. ¿Qué escoges tú para dar a tu padre o tu madre el día de su cumpleaños o en una fecha especial?

Dios ha escogido darnos a nosotros, sus hijos, lo mejor. ¿Qué tenemos nosotros para darle a nuestro Padre en señal de gratitud y amor? Existen muchas formas de honrar a Dios, y agradecer su misericordia y amor para con nosotros. Pero el Señor es muy claro, y nos dice que quiere de nosotros lo mejor de lo mejor. En el antiguo testamento, vemos a los judíos eligiendo lo mejor, sin impurezas ni manchas ni imperfecciones ni pequeños detalles que afecten la apariencia de lo ofrendado para Dios; simplemente, se esforzaban en escoger lo mejor.

Vemos que para Dios eran todas las primicias de los frutos, de los animales, de las cosechas, los bienes, los dones y talentos. En conclusión, «Lo mejor de lo mejor para él» y es así, porque ¿qué mejor ofrenda podemos dar a quien todo lo ha creado y nos lo ha dado? ¿qué más que nuestra gratitud con la primera parte de todo lo que tenemos y obtenemos?

Dios nos ama tanto que creó una tierra para nosotros, nos dio alimento, trabajo y aún a pesar de nuestros errores no nos ha abandonado, nunca nos ha desamparado. Él aún sigue extendiendo su misericordia revestida de paciencia, nos perdona y sigue bendiciendo. Cómo él, ninguno.

En señal de agradecimiento y gratitud, Dios nos pide del 100% que nos ha dado únicamente el 10%, que al final se traduce en una pequeñísima parte de todo lo que de él recibimos. No nos pide solamente una parte de nuestras riquezas, nos pide una pequeña parte de todo lo que somos y tenemos.

Hablemos entonces sin tapujos ni diplomacia. Dios nos pide lo primero y lo mejor de nosotros como ofrenda, como gratitud. El Señor quiere que seamos desprendidos y no nos aferremos a nada ni creamos, equivocadamente, que lo que él nos ha dado nos pertenece por nuestro éxito o gloria. ¡No! Todo lo que tenemos y somos es gracias a él, y le pertenece. Sí, sí, tus logros son un regalo suyo, tu familia, tu trabajo, tu casa, tu coche, tus pertenencias, tus talentos, tus dones, y no se trata de darlo todo, se trata de ofrecerlo en oración y total entrega al Señor, y no aferrarse a nada porque nada nos pertenece.

Tú y yo somos pasajeros de la vida, somos suyos y todo lo que nos rodea también. El dinero, los bienes, el trabajo, los hijos, la familia, la iglesia, los dones y talentos que él nos ha concedido también son suyos, y de todo, Dios quiere lo primero, lo mejor.

Y te preguntarás, pero ¿si no tengo nada? ¿si no tengo trabajo? Y si aún soy muy joven, ¿con qué puedo honrar a Dios?

¿Tienes tiempo? Ofrece a Dios un tiempo de calidad para orar y meditar en su palabra.

¿Tienes trabajo? De tu esfuerzo y recompensa, Dios quiere lo primero.

¿Tienes familia? De tus seres queridos, Dios quiere ser el dueño.

¿Tienes talentos? Claro que los tienes, todos los tenemos. De tus capacidades, Dios quiere lo primero y lo mejor. Sírvele, trabaja para él y para su reino.

¿Tienes cosecha de frutos? Dios quiere lo primero, lo perfecto, lo más sano. ¿Y de qué forma se puede ofrendar? Puedes compartirlo con alguien que no tenga alimento, que no tenga dinero para acceder a una fruta o vegetal.

Es un ejercicio de desapego a las cosas, es un ejercicio de gratitud, honra, alabanza y dependencia del Señor. Él nos ha dado lo mejor y espera de nosotros lo mejor. Puedes hacerlo, tienes la capacidad para dar lo mejor de ti a Dios.

¡Anímate, y da lo mejor de ti y de lo que tienes a tu Padre!

A continuación el refuerzo con lecturas bíblicas del artículo de hoy.

Y ahora, he aquí he traído las primicias del fruto de la tierra que me diste, oh Jehová. Y lo dejarás delante de Jehová tu Dios, y adorarás delante de Jehová tu Dios.
De las primicias de vuestra masa daréis a Jehová ofrenda por vuestras generaciones.
Las primicias de tu grano, de tu vino y de tu aceite, y las primicias de la lana de tus ovejas le darás.
Y que cada año traeríamos a la casa de Jehová las primicias de nuestra tierra, y las primicias del fruto de todo árbol.
Honra a Jehová con tus bienes, Y con las primicias de todos tus frutos.

Trabajando y sirviendo al mejor de los jefes,

Laura Sánchez.

Si Dios no edifica, de nada sirve nuestro esfuerzo

Muchas veces, nos preguntamos porqué hay hogares que viven en armonía y prosperidad, y otros, aunque se esfuercen, no consiguen tener paz y tranquilidad en el interior de su familia.

Ya lo dice la palabra del Señor, y esto es lo que viene a decir este afamado versículo citado muchas veces y en muchos lugares, «si Dios no edifica nuestro hogar, de nada sirve que nos esforcemos. Y el trabajo de quienes lo conforman es en vano si no es él quien guarda, vigila y dirige nuestro hogar» ¿Más claro? ¡Imposible!

Vas al culto, cantas alabanzas, oras, ayunas y diezmas pero…¿y tu hogar y tu casa? ¿Quién la dirige?¿Un hombre apartado del Señor, imponente e injusto o un hombre temeroso de Dios? ¿Una mujer sabia y dulce o una mujer temperamental que grita y no controla su carácter? ¿Unos hijos que, suplantando el rol de los padres, dan órdenes con una autoridad que no les corresponde y que les ha sido cedida por descuido y falta de atención? ¿Quién dirige tu casa? No vamos a proponer un hogar perfecto, pero vamos a plantear un hogar dirigido por Dios, un hogar donde el que manda es el Señor, el que dirige, edifica y construye tu familia.

Como esta casa que sobre su techo tiene un corazón de nube, debería de ser nuestro hogar. El hogar de las 5003 personas, que hoy compartimos nuestra fe en este espacio, debería ser edificado, instruido, soportado, levantado por Dios. Es fácil asistir a la iglesia un domingo, más fácil cantar una alabanza que nos gusta, más simple abrir la cartera y dar una ofrenda pero ¿y nuestra familia?

Y ahora reflexionemos:

Si eres varón, piensa si estás cumpliendo el papel y el rol que Dios te dio en tu hogar. Un día, tendrás que dar cuenta de tu familia al Señor. Si encuentras que en algo estás fallando o eres débil, ora al Señor, él hará de ti el hombre que él quiere que seas si le entregas tu vida y tu corazón.

Si eres mujer, valora si es más fuerte el impulso y la emoción que sientes en momentos difíciles, que el autocontrol que Dios te dio para frenar tu lengua y someter tu carácter a la voluntad de Señor. Si es así, a mí me suele pasar, ¡oremos! Sólo él nos puede dar la fortaleza de vencer lo malo haciendo lo bueno. Pidamos al Señor para que haga de nosotras mujeres sabias, prudentes y dignas de ser coronas de nuestros maridos.

Si eres hijo, medita en tu comportamiento. ¿Estás siendo obediente con tus padres o con las personas mayores en general, o te sientes tentado constantemente a desobedecer e imponer tu voluntad? Dios te pidió amar a tus padres y a honrarlos. Respétalos y busca a Dios cada día para que él forme en ti el carácter de un hijo obediente y sujeto a la autoridad.

Es importante que sea Dios quien gobierne, proteja y controle nuestros hogares, será la única forma de que en ellos reine la paz, el amor, el perdón, la misericordia, la comprensión y la tolerancia. En todas las familias hay problemas y errores pero en un hogar que honra, teme, ama y obedece a Dios, reina la paz y la armonía. Que el Señor edifique tu hogar.

Trabajando y sirviendo al mejor de los jefes,

Laura Sánchez.

¡Sé feliz porque en él has creído!

Antes de sentarme a escribir este post, le pedí a Dios me guiara y pusiera en mi corazón la forma de hablar para compartir que estoy, junto a otras 4007 personas, orgullosa y feliz de creer en él.

Y vino a mi mente la idea de buscar lo que dicen y piensan de él los demás, los que no son felices de tener un creador y que no celebran ni, mucho menos, alaban al Señor. Y mientras leo las frases y opiniones, insignificantes para mí pero argumentadas con contundencia por ellos, me conmueve recordar que aun a pesar de la indiferencia, lejanía, frialdad y dureza de corazón de estos seres humanos, Dios les sigue amando y esperando porque él permite que el sol salga para ellos cada día y es paciente en perdonar y quiere que todos lleguen al arrepentimiento un día.

De todas las frases que leí, creo que ésta fue la que más me impactó y la comparto para que veamos lo que piensa un ateo de un cristiano. Pero es que antes de que ellos lo dijeran, lo dijo Jesús, seríamos perseguidos por causa de su nombre, estaríamos locos y diríamos locuras.

Y aquí está: Para ellos la Biblia es una fábula.

Tú crees en un libro que habla acerca de animales, hechiceros, demonios, palos que se convierten en serpientes, comida cayendo del cielo, personas caminando sobre agua y toda clase de historias primitivas, mágicas y absurdas, ¿y aún así me dices que soy yo el que necesito ayuda?

Dan Barker.

Después de leer esto, brota una sonrisa de mis labios, pero es una sonrisa que lamenta el profundo desconocimiento de la grandeza de nuestro Señor, de quien todo lo creó y nos lo dio. Cuánto se están perdiendo los fríos y apáticos, los lejanos y contrarios a la fe. Cuánto pan de cielo están dejando de recibir y cuántas lluvias tardías han dejado de percibir por su orgullo, rebeldía y falta de fe. Lo peor es que desconocen que aún, Dios les ama.

El libro que este hombre describe como una cuento mágico o una fábula cargada de personajes maravillosos no es nuestro manual de vida. Nuestro manual de vida, La Biblia, ha sido diseñada e inspirada por Dios a través de los hombres para que llegase a nosotros su voz, su ley.

Y cuando vuelvo a leer esta frase, recuerdo a Noé. ¿Cuántos se rieron de él mientras construía el arca? ¿Cuántos se ríen de nosotros hoy porque declaramos y confesamos el nombre de Dios públicamente? ¡No importa! Aunque se rían, nos ignoren, nos ridiculicen y nos aparten, con nosotros está él y es suficiente.

Si ellos se sienten orgullosos y felices de reconocer que no creen en Dios, cuánto más tú y yo debemos sentirnos orgullosos de reconocer que nuestro Dios existe y estamos felices por ello. Estamos orgullosos de creer en un dios que nos escucha y responde, a un dios que no nos ha desamparado ni dejado solos jamás. Jehová de los ejércitos es su nombre, y como torre fuerte y escudo se ha puesto delante de nosotros para pelear contra nuestros enemigos y darnos la victoria.

No calles tu voz, no escondas tu fe, proclama y declara en quién has creído. Los demás, aunque sigan creyendo en la nada, hacen parte de un plan que desconocen pero en el que, probablemente, tú tienes un papel importante si te atreves a compartir la alegría de haber creído en él.

Sintámonos felices y orgullosos de creer en Dios.

Trabajando y sirviendo al mejor de los jefes,

Laura Sánchez.

Y en cuanto a ti, ¿qué harás?

¿Hay necesidad en tu vida?
Clama.

¿Hay tristeza en tu corazón?
Ora.

¿Hay persecución y angustia a tu alrededor?
Arrodíllate y sigue orando.

¿Hay desolación y desesperanza en tu interior?
Invoca el nombre de Dios.

¿Hay dudas e incredulidad en tu mente?

Confía y cree.

¿Hay temor e incertidumbre?

Ayuna.

En la prueba y adversidad él te escuchará y no te dejará.
Él no desprecia al corazón contrito y humillado.

No temas, porque tu voz llegará a su oído

y él responderá.

Sus bendiciones ¡no terminan!

Trabajando y sirviendo al mejor de los jefes,

Laura Sánchez.

Imagen

Temer a Dios y seguirle, sinónimo de felicidad

Temer a Dios y seguirle, sinónimo de felicidad

Cuando hablamos de temer, asociamos el significado de este verbo con palabras como miedo, terror, pánico o susto, pero a Dios no tenemos que tenerle miedo, tenemos que respetarle y darle su lugar; por eso la Biblia habla de temer su nombre, de reverenciar y glorificar su ser, como un único todo y absoluto dueño de la vida y el universo.

Dice su palabra que los que temen su nombre, es decir nosotros, tú y yo (aquí él nos habla a ti y a mí) estaremos seguros y a salvo bajo sus alas. Saldremos y saltaremos como becerros de la manada. Leer las últimas palabras de este versículo me hacen pensar en la felicidad y alegría que tendremos aseguradas si confiamos y estamos cerca de él.

Siendo conocedores de esta hermosa promesa, permanezcamos a su lado y dejémonos dirigir como lo que somos, ovejas de su prado, para que nuestros días sean días de paz y bienestar.

Sigue caminando junto a Dios, no te apartes como becerro desbocado y vayas tras lo que no edifica. Apártate del camino que te aleja de su gracia y sus bondades. Déjate querer y amar por tu padre, poderoso Rey de Victoria, que se complace en hacerte bien.

Si así haces, no habrá en tu vida días de luto ni sombra porque nacerá el sol para ti y tu luz será Jehová de los ejércitos. Di adiós a la oscuridad y ven a caminar al lugar donde estarás a salvo y seguro todos los días de tu vida. Él te sigue esperando. Amén.

Trabajando y sirviendo al mejor de los jefes,

Laura Sánchez.

Santo, santo, santo ¡sólo tú Señor!

Santo y digno de toda santidad sólo tú Señor.

Sólo Él es santo y ninguno como Él. El significado de santo es: Perfecto y libre de toda culpa, sagrado e inviolable. ¿Existe algún ser humano que cumpla al menos las dos primeras características de este significado?

 

Ni la madre Teresa de Calcuta ni Mahatma Gandhi, con sus múltiples virtudes y acciones de bondad, pueden considerarse «santos» porque no hace al santo la caridad y buenas obras; si fuese así, muchas personas de poder político y económico serían santos y el requisito para serlo sería una completa exclusión por parte de nuestro Dios.

 

Hoy quiero enfatizar en estas palabras porque, amparados por las tradiciones y costumbres,  los hombres hemos creído que podemos dar el título de santo y a su vez santificar a personajes relevantes en el mundo religioso, ideológico o social,  asignándoles un término de solemnidad para considerarles por sus buenas obras, inclusive después de fallecidos, «santos»  porque fueron personas buenas, caritativas, misericordiosas y piadosas.  Sólo Dios, en su completa trinidad, es decir, Padre, Hijo y Espíritu, es santo, digno de todo honor y toda gloria, porque sólo él es perfecto y libre de toda culpa.

 

Nosotros en cambio, en nuestro cuerpo mortal, un cuerpo corrupto y que gracias a Jesús ha sido lavado, hemos sido considerados por Dios como santos y limpios sin ninguna mancha porque él nos ha justificado en el sacrificio de Jesús. No nos adjudiquemos nosotros el título ni hagamos divinidades para luego caer en idolatría, porque es otra cosa que abomina el Señor.

 

En los 10 mandamientos, el primero es, «no tendrás dioses ajenos delante de mí» y seguido de éste y en segundo lugar, dice «no te harás imagen ni ninguna semejanza de lo que está arriba en el cielo ni abajo en la tierra», y para terminar, «no te inclinarás a ellas ni las honrarás» ¿Por qué, entonces, insisten algunos en santificar y hacer de seres humanos igual de imperfectos y pecadores que los demás, santidades para después adorar e invocar, cuando ésto es desagradable a Dios?

 

Nosotros debemos recordar que Jehová, el Dios de Israel, es el único santo que por gracia nos hace «santos» sin que hagamos nada para merecerlo por su misericordia, a través de Cristo Jesús. Entonces reconozcamos la grandeza del único santo digno de santidad y apartémonos de la idolatría porque sólo Dios salva, sana y restaura.

 

Sirviendo y trabajando para el mejor de los jefes,
Laura Sánchez.