Y en cuanto a ti, ¿qué harás?

¿Hay necesidad en tu vida?
Clama.

¿Hay tristeza en tu corazón?
Ora.

¿Hay persecución y angustia a tu alrededor?
Arrodíllate y sigue orando.

¿Hay desolación y desesperanza en tu interior?
Invoca el nombre de Dios.

¿Hay dudas e incredulidad en tu mente?

Confía y cree.

¿Hay temor e incertidumbre?

Ayuna.

En la prueba y adversidad él te escuchará y no te dejará.
Él no desprecia al corazón contrito y humillado.

No temas, porque tu voz llegará a su oído

y él responderá.

Sus bendiciones ¡no terminan!

Trabajando y sirviendo al mejor de los jefes,

Laura Sánchez.

El verdadero Ayuno.

He visto tantas personas ayunar, tantas jornadas de ayuno multitudinario en las iglesias donde me he congregado. Alguna vez, he ayunado y he visto la respuesta del Señor después de orar y abstenerme de la comida, mentiría si no lo reconociera; pero hoy, Dios profundiza más en el verdadero significado del ayuno y nos invita a analizar su palabra en Isaías en las que nos explica lo que para él es el verdadero ayuno.

Podemos ayunar porque estamos afligidos, necesitados, agradecidos y/o arrepentidos. Podemos ayunar porque actualmente los médicos lo recomiendan como un método que beneficia nuestra salud practicarlo una vez a la semana, pero lo más curioso es que no se reconoce que el primero que nos sugirió ayunar fue Dios. Podemos ayunar porque es una actitud de sujeción y súplica al Señor. Como vemos hay muchos motivos y razones para ayunar.

Pero hoy, Dios viene a decirnos con claridad que significa ayunar para él y no es dejar de comer y beber alimentos por un día y sentir que hemos cumplido y obedecido. En su amor e infinita paciencia, Dios nos anima a ver el ayuno como una actitud desinteresada y desprendida de dar y compartir, más que una aflicción y sacrificio físico.

Si ayunas no tiene que enterarse nadie de que ofrendas al Señor un día para renunciar a las cosas que han tenido importancia en tu vida o que te roban tiempo que podrías dedicarle a él o ayudar y servir a otros. Unámonos y juntos ayunemos como quiere y nos pide el Señor.

Ayunemos críticas y juicios.

Ayunemos quejas y derrota.

Ayunemos negatividad y envidia.

Ayunemos vanidad y lujos.

Ayunemos vicios y ocio.

Ayunemos diversión y gastos innecesarios.

Ayunemos egoísmo y altivez.

¡Ayunemos! Abstengámonos de lo que nada nos aporta y mejor renunciemos y desprendámonos de lo superficial, innecesario y efímero y entonces, como dice el Señor de nuestras tinieblas nacerá luz y resplandecerá como sol de mediodía nuestra oscuridad.

Y recordemos siempre que nuestro tesoro no está aquí, que vivimos para servir y vinimos a los pies de Cristo para ser mensajeros de su amor.

¡Bendiciones!

Trabajando y sirviendo al mejor de los jefes,

Laura Sánchez.