Nuestro corazón se entristece y acongoja ante la realidad de nuestro mundo. Violencia, Maldad, Contaminación, Destrucción, Guerras, Hambre, Envidia, Celos, Ira, Venganza, Falta de Perdón, Odio, Maltrato, Amenazas, Soledad, División, Contiendas, Muerte, Dolor, Lágrimas y un largo etcétera y podría seguir, pero detengo mi ritmo porque no escribiré únicamente cosas lamentables y tristes, ya nos basta con ver las noticias o escuchar la radio.
No daré gusto al enemigo hablando de sus grandes obras en la humanidad. ¡¡¡No cederé ante su deseo de vernos tristes, compungidos y amedrantados!!! Por eso hoy, después de varios días extrañando mi tiempo para servir al Señor y compartir su palabra en el blog, me animo a compartir el mensaje que pone Dios en mi corazón. A pesar de las tragedias de nuestra sociedad y los lamentos de nuestro mundo, tú y yo tenemos una esperanza eterna y una promesa que nos conforta y anima. Una promesa que llegará y está cerca de cumplirse. Así que no nos lamentemos ni contristemos, porque él volverá. Él lo dijo y así será. Nuestro Dios regresará, no nos dejará. ¡Él peleará por nosotros y nos salvará!
Me encanta la firmeza de este versículo, la seguridad que trasmite en cada una de sus palabras. Dios nos invita a ser valientes a pesar del dolor, nos pide que seamos fuertes y que nos esforcemos, que no tengamos miedo, porque él nos rescatará. Entonces hoy, aunque la radio, la prensa y la televisión nos recuerden que nuestro mundo se consume y se ahoga en medio de tantas obras perversas del mismo hombre, levantémonos firmes en fe para declarar que no estamos solos; nos esforzaremos cueste lo que nos cueste pero no daremos oportunidad al temor de minar nuestra esperanza, porque sabemos en quién hemos creído y quién pelea por nosotros. Sabemos que él no nos desamparará y que su regreso está cerca.
¡Jesús volverá! La invitación de hoy es a no perder el tiempo en distracciones y vanas propuestas del mundo sino a permanecer firmes y fieles, porque él volverá con retribución y nuestra lágrimas enjugará y nuestro dolor sanará. Volvamos los ojos y el corazón al cielo. Aferremonos a su verdad y vivamos conforme a su voluntad. Seamos testimonios vivos de su amor y reflejemos al mundo su verdad con nuestra forma de ser y actuar. ¡Hagamos que el mundo, aún a pesar de sus tragedias, tenga esperanza y pueda ver a Jesús!
Trabajando y sirviendo al mejor de los jefes,
Laura Sánchez.